El 4 de julio de 1926, hace hoy 90 años, el deporte femenino español vivió el primer hito de su historia. Un hito que quizá en aquel momento no fuera aún muy conocido y valorado por el gran público -sucedió en el lawn-tennis, un deporte aristocrático, y por añadidura a manos de una mujer, cuando en la época muchos pensaban que era mejor que las mujeres se dedicasen a su vestuario en vez de sudar y cansarse con los sports- pero que con el tiempo fue justamente valorado en todo su alcance. Aquel día una joven española de 21 años de edad entraba en la Pista Central del ya casi cincuentón All England Lawn Tennis Club, ante los ojos de buena parte de la realeza europea, para disputar la primera final individual de un torneo de Grand Slam del tenis español: Se trataba de Elia María González-Álvarez y López-Chicheri, nacida en Roma en 1905 y conocida como Lilí Álvarez.
Para la fecha, Elia, o Lilí, no era ninguna desconocida en el mundo del deporte aunque aquel Wimbledon fuera el de su debut. Recuérdese que en aquellos tiempos aquel torneo, como todos los importantes, se jugaba por invitación -entre otras cosas se exigía que sus participantes mantuvieran una conducta intachable y recibieran en buenas direcciones, y podía pedir su inscripción el mismísimo duque de Kent-. Lili había formado dos años antes, en los Juegos de París 1924, parte de la primera expedición olímpica femenina española (la formaban ella y la también tenista Rosa Torras), era asidua en los palmarés de los selectos torneos de la Costa Azul y Pais Vasco francés (Biarritz, Arcachon, Monte Carlo, Cannes, Niza, Mentón...) y, además, en la linea del deporte aristocrático de los primeros años del siglo XX, no limitaba sus esfuerzos a una sola modalidad: había sido campeona internacional de patinaje en su adolescencia, consumada billarista, vencedora absoluta -única mujer participante, claro- de la gran carrera de resistencia automovilística Barcelona-Madrid. Era esquiadora -pudo ser olímpica también en Chamonix 1924- y montañera formando parte del famoso grupo de Los Peñalaros, protagonistas de gestas deportivas en la anteguerra civil y tragedias durante y después de esta...
Wimbledon en torno a 1925
Pero en aquel Wimbledon 1926, Lilí Álvarez pasó de ser respetada deportista a ser estrella internacional. La 'Señorita' Álvarez, como se la llamaba, entró en el cuadro londinense precedida de expectación: en el torneo de Beckenham había ganado a Molla Bjurstedt Mallory, múltiple campeona de los Internacionales de Estados Unidos (aún no era US Open) y se la veía como una de quienes podían terciar en la lucha entre ella misma, la francesa Suzanne Lenglen, número uno del mundio, la local Kitty McKane o la holandesa Kea Bouman.
Aquel Wimbledon, además, iba a ser especial: era el Wimbledon del Jubileo del 50 aniversario y como correspondía a un evento que ya era una parte importante de la imagen internacional británica, durante toda la quincena acudieron todas las fuerzas vivas de la Realeza: El imponente Rey Jorge V, nada menos y su esposa María de Teck, impusieron medallas a los campeones supervivientes e invitaron a personajes como el más joven y deportista rey de España Alfonso XIII y esposa. La presencia de tanta realeza acabó causando una mala pasada a una de las favoritas: Un problema de horarios y de cansancio de Suzanne Lenglen hizo que se presentara una hora tarde a su partido de tercera ronda con la local Beckingham. Pero con tan mala suerte que a ese partido, precisamente, asistía la reina María desde el Royal Box. Se juzgó su retraso como insulto y descortesía, los tabloides la asaetaron, y ella no volvió a Wimbledon.
Lilí Álvarez (Archivo MARCA)
Así, el público, real y plebeyo, se vio privado de un probable duelo en la cuarta ronda entre Suzanne y Lilí Álvarez: la 'señorita' había derrotado primero a la irlandesa Haugthon 6-2, 6-0, luego a local Holman 4-6, 6-3 y 6-2, y después a Phoebe Watson por 6-1 y 6-3. Sin Lenglen de por medio, venció a Beckigham en cuartos 6-2, 6-2 y en semifinales, a pista llena ante Alfonso XIII y la Familia Real Británica, de nuevo a Mallory 6-2 y 6-2.
Allí acabó su cabalgada triunfal. En la final se medía a local Kitty McKane y en el contraste del estilo agresivo y directo de la española con el de la británica, poco propio de la hierba recordaba años después Lilí "con bolas incómodas, blandas y muy lentas", salió vencedor Ktty, que ganó 6-2, 4-y 6-3 aunque Lilí fue reconocida como número dos del mundo. Lo sería varios años más.
Para Lilí seguirían dos finales de Wimbledon más como jalones más destacados de una carrera deportiva y humana de gran riqueza. Durante la Guerra Civil pudo hurtarse a la tempestad de odio y sangre que se abatió sobre muchos de sus compañeros de deporte, separados en ambos bandos. Tras la contienda su espíritu liberal, abierto y feminista a la manera de la época le hizo enfrentarse a los nuevos amos del país. En el Campeonato de España de esquí de 1940 se quejó del machismo del jurado y fue descalificada a perpetuidad.
Cuando se le perdonó fue ella quien no quiso volver a competir. Fue escritora, pensadora, incluso militante política en las filas de la 'oposición democrática' al franquismo y, tras un periodo de ostracismo, reconocida oficialmente como figura del deporte femenino. Falleció en 1998.