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El excéntrico y millonario tenista Ernest Gulbis.

 

La mayoría de los deportistas eligen su profesión como salida económica, sin embargo, este no es el caso del tenista letón Ernests Gulbis. Desde que nació hace 25 años tiene la vida resuelta. Gracias a su padre, el magnate petrolero Ainars Gulbis, el número 36 del ranking sabe que ni él ni las tres próximas tres generaciones de su familia tendrán que preocuparse por dinero. Aun así, siempre busca cómo complicarse la vida.

Derroche de talento

 
 

Desde niño fue un prodigio para el tenis. Su facilidad con la raqueta causó impacto al derrotar a los jugadores de su generación, entre ellos, Novak Djokovic. Con el tiempo, Nole y Gulbis se hicieron amigos pero la paternidad no cambió hasta el nivel profesional donde el serbio se llevó la mayoría de los partidos.

Al letón a veces le gana el temperamento en la cancha, pero según él, todo es parte del show

Pese al lazo que los une y al carisma de Djokovic, el letón no ha vacilado en criticarlo tanto a él como a los otros jugadores de alto nivle. En una entrevista publicada en mayo de este año al diario L’equipe, Gulbis sentenció lo que piensa con respecto a las grandes estrellas del deporte blanco: “En el tenis actual hay una falta preocupante de carácter. Respeto a Federer, Nadal, Djokovic y Murray, pero los cuatro son aburridos. Sus entrevistas lo son. Honestamente, son muy simplones”, apuntó Ernests.

Para él el tenis más que un deporte, debe ser un espectáculo. No es raro ver en sus partidos raquetas rotas y Gulbis lo justifica: “A la gente le gustaría ver raquetas rotas y escuchar exclamaciones en la pista”. Tal irregularidad no lo ha hecho alcanzar posiciones más allá del puesto 21, echando al traste todos los pronósticos en su juventud.

Una celebridad

El circuito mundial demanda viajes constantes. Los tenistas más importantes lo consiguen mediante auspicios de marcas deportivas u otras de carácter comercial. La suerte es dispar y cuando se pasa del puesto 100, conseguir algunos pesos para costearse los viajes se hace vital. Muchos, sin recursos, dejan de asistir a grandes citas como le sucedió al polaco Jerzy Janowicz que no fue al abierto de Australia de 2012 por no tener cómo pagarse el tiquete.

Gulbis es un privilegiado. Goza de todos los lujos que los otros padecen para conseguir

Ese problema no afecta en nada a Ernests Gulbis. Desde su carrera junior siempre ha viajado en un avión privado. Elige los torneos que quiere jugar y a la mayoría de ellos asiste por placer o porque el destino le parece bonito para visitar.

La facilidad de su juego hace que no tome al tenis como una profesión, por lo que declara que odia entrenar: “No me gusta entrenar jugadas a diario, ni en el gimnasio. Correr, un poco, porque puedo escuchar música y pensar en lo mío. Es una especie de meditación. Pero no me exijo practicar al mismo nivel durante mucho tiempo”, expresó sin desdén a la revista catalana SportYou.

El caballero de la noche

Sus excentricidades no se detienen en el dinero. Ernests Gulbis es conocido en el circuito ATP por ser un amante de la noche. En octubre del 2009 un suceso ocurrido en Suecia durante el abierto de Estocolmo marcó su vida.

Acostumbrado a la juerga y a seguir de largo en la noche, el letón se vio inmiscuido en un caso con prostitutas, algo que castiga la justicia sueca. Mientras entraba a unas mujeres al hotel junto a otro tenista que no fue identificado (se rumora del argentino Juan Mónaco), la policía se lo llevó preso durante siete horas hasta que se pagó la fianza.