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El multimillonario pescador de bolas de golf

 

La primera vez que Glenn Berger se tiró a un lago en busca de una bola de golf tenía 9 años. Paseando en bicicleta por un campo cercano a su casa vio a un chico algo mayor que él buceando en una de las trampas de agua. "Rescato las bolas y después se las vendo a los jugadores", le dijo. Berger decidió que esa era una buena manera de sacarse un dinerillo extra y decidió echarse al agua también.

Durante un tiempo, rescatar bolas le sirvió para darse algún capricho, pero con los años lo dejó para dedicarse a actividades más convencionales. Hasta que hace 14 años se vio repentinamente sin trabajo y decidió recurrir a esa vieja afición de su infancia. Hoy, según contaba recientemente al 'USA Today', dirige una empresa que vende alrededor de 2,5 millones de bolas al año y que le genera unos beneficios de alrededor de 1,5 millones de dólares anuales. El precio de las bolas usadas en el mercado estadounidense oscila entre los 25 centavos y los dos dólares.

El negocio es lucrativo pero no está exento de riesgo. Berger dice que ha encontrado de todo en los lagos de los campos de Florida, el estado en el que trabaja. Muchas bolas, claro e incluso algún carro de golf, pero también serpientes y cocodrilos. "No me gusta hablar de los cocodrilos por cuestión de superstición, pero existen y hay que aprender a lidiar con ellos", reconoce: "bucear es un deporte de riesgo en sí y yo lo hago en aguas en las que no se puede ver nada".

A pesar de los riesgos, Berger asegura que disfruta mucho de su trabajo, que comparte con su mujer Jamie. Desde que empezaron en el negocio han ganado más de 15 millones de dólares (13,5 millones de euros).

Recuperar bolas de golf de los lagos es un negocio extendido tanto en Estados Unidos como en Europa. En España existen varias empresas que se dedican a ello. Los campos las contratan cada cierto tiempo para que limpien los fondos de sus lagos. Después de recuperarlas, se someten a un proceso de secado, limpieza y pintura. Posteriormente se les coloca un sello que especifica que se trata de bolas recicladas. Los jugadores más experimentados rechazan estas bolas porque pierden muchas de sus prestaciones, pero hay aficionados que se ahorran mucho dinero al año con ellas.



Fuente : la marca