Encuéntranos en:

ico fb ico twitter ico instagram ico yuotube

El tenis, muy presente en la ceremonia inaugural de Río 2016

 

Como cada vez que aterrizan los Juegos Olímpicos en la hoja de ruta de nuestro verano -es decir, cada cuatro años-, no faltan los debates acerca de si el tenis debe o no debe ser un deporte olímpico. Incluso algunos jugadores difieren en su respuesta. Si nos quedamos con los más interesados, basta una imagen para imaginar la ilusión que le debe producir a un jugador llevar la bandera de su país al cielo. Un momento inolvidable que Caroline Wozniacki, Rafa Nadal o Andy Murrayguardarán en su retina para la eternidad.

Cuando uno se convierte en el mejor tenista de la historia de un país, qué menos que tener el privilegio de cruzar el estadio de Maracaná -o cualquier otro del resto del mundo- izando los colores de tus orígenes, rodeado al mismo tiempo de todos tus compatriotas contemporáneos. Esta regalo cargado de injusticia se le fue negado a Rafa Nadal hace cuatro veranos debido a una lesión inoportuna en las semanas previas a Londres 2012. Hoy, y tras ser duda hasta última hora, el balear pudo por fin cumplir su sueño en el desfile que España dibujó en el puesto número 68. Pero no fue el único.

La primera en aparecer fue Caroline Wozniacki, a quien le pusieron varios obstáculos para llegar hasta aquí, aunque al final la sangre no llegó al río y la danesa lució radiante durante la gala. No está pasando por un buen momento deportivo, pero quién sabe si un acto así puede cambiar todo. A continuación fue Andy Murray quien lució orgullo propio y bandera, como el que tendrá que defender en la pista los próximos días para proteger su vigente oro individual. Pero aún hubo más. Gilles Muller, con Luxemburgo, firmó el último papel protagonista de la noche visiblemente emocionado durante el desfile.

Ver imagen en TwitterVer imagen en TwitterVer imagen en TwitterVer imagen en Twitter

¿Debe ser olímpico el tenis? Aquí hay cuatro que lo tienen claro????????

 

Pero lo mejor estaba por llegar, la guinda del pastel. Gustavo Kuerten, triple campeón de Roland Garros, hacía acto de presencia con la llama olímpica para poner punto y final a una ceremonia que parecía no encontrar el desenlace del guión. Con su amabilidad, su buen carácter y su infinita sonrisa, el brasileño cerró el recorrido de la antorcha con el antepenúltimo relevo para demostrar una vez más que el tenis y los Juegos Olímpicos quieren seguir haciendo historia. Mejor juntos que separados.