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Murray, el arte de estar preparado

 

Alcanzar el número 1 con 29 años no sólo es síntoma del tapón que tres de los mejores jugadores de la historia han provocado en la cima sino también, en el caso de Andy Murray, algo consecuente con su actitud. El británico celebra por primera vez una condición que en su caso concreto es fruto de la consistencia y la insistencia por llegar a un punto reservado para tenistas que desde todo punto de vista alcanzan su máximo potencial. La temporada 2016 de Murray corona una trayectoria marcada por multitud de éxitos realizados a la sombra. Hoy, Andy es el mejor tenista que puede ser, una luz propia que ha sabido esperar.

Nadie como los tenistas saben que el número 1 es más una consecuencia que un objetivo, o al menos lo es como una suma de objetivos previos, etapas de crecimiento que consolidan un nivel necesario para asaltar el trono. Tras la victoria de Novak Djokovic en Roland Garros, la temporada parecía clausurada en cuanto a la lucha por el liderazgo del ranking. La diferencia de puntos y nivel era asombrosa, y el rendimiento del serbio no hacia presagiar nada parecido a lo ocurrido.

Para aprovechar la oportunidad que el bajón del serbio produjo, alguien debía de estar preparado. De no haberlo estado, de completar una temporada de altibajos e irregularidad, Novak podría haber gestionado como número 1 la segunda mitad de año incluso al nivel que ha ofrecido desde su derrota en Wimbledon, marcada por la pérdida de pasión e identidad de juego. Una temporada, la del balcánico, todo sea dicho, de 11780 puntos, dos títulos de Grand Slam y una final en el US Open. Todo menos una campaña de abandono.

El final de esta aventura, la que ha llevado a Andy a relevar a Novak en lo más alto, se ha producido con una victoria ante el propio Djokovic en la Copa de Maestros, constatando el cambio de guardia y confirmando que Murray, de la mano de Lendl ahora, y de un proceso iniciado con Mauresmo tras la cirugía de espalda que le hizo salir del top-10 a finales de 2014, se acercaba a su máximo nivel posible. Porque aunque parezca el de siempre, Murray es un tenista que, manteniendo su esencia, ha pulido aspectos técnicos, ordenado y progresado a nivel extradeportivo, y evolucionado extraordinariamente a nivel mental. Murray gana en el cuerpo a cuerpo, en la distancia larga y en la corta. Y gana también en los detalles.

El pasado 8 de mayo, Murray era número 2 del mundo, a 9025 puntos del número 1. Desde ese momento, y tras confirmarse la vuelta de Lendl al equipo, comenzaron los siete mejores meses de su trayectoria profesional. A nivel de números el asunto ha tomado importancia histórica: 58-4 en victorias-derrotas, títulos en Roma, Queens, Wimbledon, Juegos Olímpicos, Pekín, Shanghai, Viena, París y Londres, con finales en Roland Garros y Cincinnati.

A nivel tenístico, Murray ha ido afianzando un nivel de confianza que permitiera agredir y amenazar, intimidar al rival desde una devolución aún más agresiva, una derecha cada vez más sólida, un primer servicio increíblemente mejorado y una mayor seguridad en la pista, consecuencia de un equipo de trabajo estable, sumando confianza de lunes a lunes, y con un pico de juego veraniego que se llevó elogios y honores de cada exjugador cuestionado por ello. Ese nivel cambió el prisma de quien desde fuera veía y cubría tenis a nivel aficionado o informativo. Se abrió el debate y se postuló al escocés como posible número 1. En cada comparecencia, tras cada victoria, y tras cada resbalón de Djokovic, Andy era preguntado: "¿puedes ser número 1?"

No sabemos en qué momento aquello fue una posibilidad en los pensamientos del hoy líder de la ATP, pero el verdadero éxito de Murray es haber estado ahí para cuestionárselo. Hasta el último día del calendario pudo perderlo. Y hoy podría ser número 2, pero depender de un único partido para cerrar el año como número 1 confirma la completa justicia de lo obtenido. Sólo por el hecho de haber buscado nuevas voces para seguir mejorando, de trabajar todo lo mejorable para rozar la excelencia, de ser el mejor jugador posible que uno lleva dentro hace merecida su ascensión. Porque, ¿cómo definir la mentalidad de un número 1? Seguramente de muchas formas pero una muy aproximada es este último párrafo. Esperar tu momento y estar preparado para serlo.