Encuéntranos en:

ico fb ico twitter ico instagram ico yuotube

Así intentaron desacreditar los triunfos de Andy Murray

 

La historia del tenis se ha nutrido desde siempre de grandes tenistas. Enormes jugadores que se han ido repartiendo los grandes títulos y, solo algunos privilegiados, ocupando el trono más alto del ranking. Todos ellos han compartido historias, victorias, rivalidades y decepciones, pero si hay algo en lo que coinciden todos es precisamente en que ninguno coincide de manera unánime en el gusto del público. Todos fueron amados y todos tuvieron detractores, antes y después de llegar a la cima. Hoy es el turno de Andy Murray y ni mucho menos se va a librar de las críticas. Desde sus inicios hasta su cénit, el británico se ha visto envuelto en numerosos dardos de los que ha salido airoso. Los enumeramos.

Solo sabe defender

Seamos sinceros, Andy Murray no es el jugador más agresivo ni más ofensivo del circuito. Si por algo se ha identificado el escocés ha sido por su carácter rocoso, su movilidad en el fondo de la pista y sus siete vidas en situaciones comprometidas. Ha hecho del contraataque un modo de vida, de supervivencia y liderazgo. Pero a la gente no le bastaba, el público sabía que estaba ante uno de los mejores pero le exigían brillantez, espectáculo, magia.

Con el paso de los años ha quedado demostrado que el pequeño de los Murray controla a la perfección todas las vertientes del juego, sabe cuándo hay que atacar, cuándo defender y cuándo pasar un bola más, solamente con una mentalidad así es alguien capaz de llegar al número 1, adoptando un modelo sin puntos débiles. Y sí, puede que en ocasiones abuse de la defensa, pero en esta época donde todo el mundo dispara sin pensar, es precisamente ahí donde se pueden marcar las diferencias.

Tiene mal carácter

Aquí nos pasamos del plano deportivo al plano personal. Si ya es difícil gustar al aficionado por lo que uno hace con la raqueta, imagínense por cómo es uno mismo. Andy Murray no es es el jugador más problemático del vestuario, de hecho está muy lejos de ser siquiera alguien rebelde. Pero cierto es también que en ocasiones su fuerte carácter le ha llevado a originar una personalidad efusiva y en constante ebullición.

No se le recordará por trifulcas ante rivales, o por gestos feos con los jueces, tampoco por insultos con el público pero es ése carácter permanente de queja, monólogo y comentario constante sobre lo ocurrido el que a veces poner de los nervios a quien le observa. Todo lo contrario a Lendl, vamos. Pero claro, viendo cómo está el panorama respecto a la falta de carisma de las nuevas generaciones, bienvenido sea un poquito de genio.

No sabe jugar sobre arcilla, así no puede ser un grande

Aquí sí que tenían algo de razón. Bastante razón. Murray mantenía el perfil defensivo en el circuito pero era precisamente en la arcilla, superficie ideal para esta habilidad, donde más perdido se veía. Hasta que llegó 2014 y la historia cambió.

Allí llegó su primer título en polvo de ladrillo, en Munich, luego sorprendería repitiendo gloria en Madrid y con unas semifinales en Roland Garros. Música memorable para los oídos de quienes ya escuchaban estos cantos de sirena. Y en 2016, más y mejor. Semifinales en Montecarlo, final en Madrid, título en Roma y primera final en París. Los que le veían como un pulpo en el garaje cada primavera, se vieron obligados a bajar la voz.

Paupérrimo bagaje ante el Big4

Aquí llegamos a un punto de no retorno donde será difícil salir íntegro. No es ningún secreto que, de los cuatro magníficos, Murray es el que menos títulos ganó, el que menos estuvo de número 1 y el que, de momento, disfrutó de un reinado más corto. Pero claro, hace seis meses nadie hubiera apostado ni siquiera que llegaría a copar la azotea de la clasificación. Hoy es el mejor del mundo, por delante del resto, aunque con 29 años parece que está con el tiempo en contra para, al menos, igualar los registros de sus perseguidores. Aunque cosas más raras e inesperadas hemos visto.

¿Solamente tres Grand Slams?

Esta está muy relacionada con la anterior. Exceptuando a Federer, tanto Nadal como Djokovic como Murray son considerados de la misma quinta (Rafa es un año mayor que ellos dos) y siempre han ido de la mano. Pero claro, luego miramos la vitrina y no entendemos cómo estos cuatro, o estos tres, pueden estar dentro de un grupo denominado el ‘Big4’. Son solo tres Grand Slams en poder el escocés, a años luz de sus oponentes y los mismos, por ejemplo, que Stan Wawrinka. Una locura. La misma que tener en casa dos Oros Olímpicos, algo que no hicieron ni sus tres amigos de vestuario, ni nadie jamás en la historia.

Número 1, sí, pero por el bajón de sus rivales

Ésta ha sido la última, la más maligna. Ni aun llegando al número 1 del mundo se ha librado Andy de las críticas a su persona y a su figura como tenista. El de Dunblane remontó más de 9.000 puntos para dejar atrás a Djokovic en menos de seis meses, pero la gente se empeñó en resaltar el bajón del serbio para darle razones al suceso.

Por supuesto, Novak no estuvo en su mejor nivel, pero resulta imposible no dar méritos a un hombre que cerró el calendario con un balance de 50-3 en su historial y nueve títulos en total. Los números son lo suficientemente apoteósicos para olvidarse de cualquier factor ajeno a su raqueta. En verano el reto de ser número 1 pasaba por hacer lo imposible. Pero lo hizo. ¿Todavía la gente tiene dudas de que este hombre es de los mejores de la historia afincado en la peor época posible?

Reflejados quedan todos los obstáculos, además de sus propios rivales, a los que Andy ha tenido que hacer frente. ¿Vosotros qué pensáis? ¿Los ha superado? ¿Le queda alguno pendiente?

Fuente: https://www.puntodebreak.com/2016/12/04/asi-intentaron-desacreditar-triunfos-andy-murray