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McIlroy, lo más parecido a Woods

Pasó una edición más del Open Championship y es momento de hacer el repaso sobre lo que nos dejó el Major más antiguo. La cancha, los jugadores, la definición, etc, son temas que siempre se discuten una vez terminado el campeonato. Hagamos entonces un resumen.

Royal Liverpool mostró que las canchas de la rotación del Open muchas veces quedan indefensas cuando el clima es benigno. En Hoylake todo se dio para que los jugadores se diviertan, más allá de que el rough estaba alto y que de a ratos el viento sopló un poco. Los primeros dos días la cancha estuvo seca, firme y para el viernes a la tarde los greens estaban duros, haciendo que cuando se jugaba viento a favor era casi imposible frenar la pelota en el green. El pronóstico de lluvia para el sábado se cumplió y en lugar de complicar las cosas hizo todo más sencillo. Dejó de llover, los greens se ablandaron, no hubo viento y los scores estuvieron por debajo de lo normal. Dicho esto, creo que Hoylake es una muy buena cancha, que da siempre buenos campeones y que los jugadores respetan. Los hoyos finales presentan un amplio rango de scores y eso lo hace todavía más entretenido.

Si hablamos de los jugadores, tenemos que empezar obviamente por el campeón.

McIlroy es un superdotado, uno de esos jugadores que tienen una marcha más y que cuando la aplican nadie puede acercarse. El chico es lo más parecido a Tiger que ha salido, y sin la consistencia de Woods, es capaz de hacer cosas que sólo estaban escritas en el libro del ex Nº 1 del mundo. El techo es muy alto y el número de majors difícil de predecir, pero estoy seguro que habrá más en su camino.

Ya que estamos con Tiger, es bueno afirmar que está totalmente recuperado de su operación y que todavía está muy lejos del que fue. Tiene que corregir su problema desde el tee con el driver, de lo contrario le será muy difícil, sino imposible volver a ganar Majors. El resto pega más fuerte que él, no puede ganar jugando desde 50 yardas más atrás que los McIlroy, Watson, Scott o García y siempre habrá alguno de ellos que se inspire. Habrá que estar atentos a ver qué pasa en los próximos meses, especialmente con su profesor. Ángel Cabrera llegó con serias intenciones y lo que yo menos quería era que jugara con Tiger. No porque no esté acostumbrado, sino porque siempre es una tensión extra jugar con Woods. El hecho que arrancara mal puede haber tenido algo que ver con lo que les digo, pero después del primer día fue otro jugador y terminó redondeando una sólida actuación.

Por último un párrafo para uno de los más grandes de la historia: Tom Watson. A los 64 años no sólo pasó el corte, sino que se dio el lujo de anotar 68 el día final. La ovación que lo recibió el domingo en el 18 muestra el cariño y el respeto de la gente. El año que viene habrá que preparar los pañuelos para la despedida en St. Andrews. Eso será así si es que no vuelve a darnos una sorpresa.

En términos de la definición, le vino bien el hecho que Rory hiciera esos bogeys en el 5 y 6. Le dio la emoción que parecía no iba a tener, y aunque nunca se le acercaron a menos de dos golpes, la posibilidad de un error del norirlandés estaba latente. De todas maneras, el final del sábado pagó la entrada con creces.

El año que viene, el Open vuelve a St. Andrews, lo que de por sí lo hace diferente. El campeonato en el Old Course tiene otro sabor y si tienen pensado hacer algún viaje por julio del año próximo, háganme caso y no duden en ir a ver aunque sea un par de días el campeonato en la cuna del golf. No se van a arrepentir.

Fuente: espndeportes.com