Bubba Watson, el golfista del pueblo que prende a los entusiastas estadounidenses en la Ryder Cup, apunta a su segunda chaqueta verde, otra que añadir a la conquistada en 2012, mediado el ecuador del Masters. Pretende superar a Tiger y a Nicklaus, que necesito siete ediciones paraganar dos veces en Augusta, e igualaría la secuencia que protagonizó Arnold Palmer. Asusta verse entre tanta leyenda, pero con dos vueltas de 69 y 68 preside el Masters.
Su carga en la jornada del corte, que mantiene en vilo a su compañero de partido Sergio García, fue antológica desde el corazón del Amen Córner, el hoyo 12. Enlazó cinco 'birdies' consecutivos y toda la monotonía que había tenido la mañana del viernes en el Augusta National saltó por los aires.
"No sólo esos nueve hoyos, ha jugado de una manera sensacional", entendió Sergio, que tiene 'Augustitis'. Es recibir la carta de invitación cada año, posarse en este rincón de Georgia y dejar de aceptar que es el número 6 mundial y que podría brindarse una oportunidad. "No sé qué me pasa, pero cada año, desde que llega el lunes, me siento incómodo. Empiezo a no ver golpes, no se cómo atacar al campo. Y hay veces que doy buenos golpes, pero cuando no lo hago, te machaca muchísimo". Con 75 golpes y cinco sobre par, está en el alambre.
Con otra actitud radicalmente distinta, Gonzalo Fernández Castaño, 69 ayer, y sin acordarse ya de Faldo, se ganó el billete para soñar. "Aquí pueden pasar muchas cosas. Por eso está la regla de que pasen los que están a menos de 10 golpes del líder y yo voy a acabar a menos", expuso. Por fin, a la décima vuelta, acabó el hoyo 18 al par (había hecho nueve bogeys) y estará en el fin de semana como probablemente José María Olazábal.
"Si no paso el corte, comenzaré a creer en brujas", dijo el capitán europeo de 2012. Juego al límite los primeros nueve hoyos y cuando su juego se ordenó comenzó a crecer, se puso al par con Augusta para el hoyo 13, pero en el 15, después de haber aterrizado un hierro a un metro de la bandera para birdie, la bola, quizás por el viento, comenzó a moverse y acabó en el lago de delante. "En cuanto escuché a la gente lo de uuuuyyy. Me temí lo peor". Otra vuelta de 74 golpes como el jueves deben valer. Miguel Ángel Jiménez, después de ocho hoyos, era décimo con uno bajo par.