Cuando, en el siglo XIX, la confianza de la Humanidad en la técnica y el progreso era infinita, Edgar Allan Poe escribió El caso del señor Valdemar, relatando como se conseguía suspender una muerte gracias a un revolucionario procedimiento científico. Aquello era ficción, pero lo que está sucediendo en las últimas semanas con Vasek Pospisil es muy real.
Canadiense, de 24 años y en la actualidad vigesimoséptimo individual y 28º en dobles de la ATP, se ha convertido en el último mes en un jugador de moda: como pareja del cañonero JackSock ha logrado sus primeros títulos de dobles en el circuito, empezando nada menos que en Wimbledon, y siguiendo en Atlanta. Como individual jugó el domingo también su primera final, en Washington, cediendo ante el top 10 Milos Raonic, pero ganando antes a
jugadores como Berdych y Gasquet.
Y antes de eso, realizó unas jornadas de trabajo con Paul Dorochenko, fisioteraupeuta y preparador físico —entre otras cosas— e investigador del tenis, por cuyas manos han pasado, entre otros, jugadores como Federer, Safina, Moyá o Bruguera. En ellas trabajó el entrenamiento neuromotor con el sistema Activa Concepts, desarrollado por él, para corregir gestos técnicos en poco tiempo.
Vasek y su entrenador, el francés Frederic Fontang, llegaron a la base de Dorochenko, La Masía del Pilar en Valencia, en junio, para corregir problemas de espalda y aspectos técnicos.
Los primeros se solucionaron con osteopatía y láser de alta potencia. Con el Activa Concepts —método de reprogramación neuromotriz a base de sonidos de baja frecuencia— se trabajó sobre el revés y sobre el servicio. «Hemos modificado la posición de su pierna derecha, con más flexión para no levantar tanto el cuerpo, y ha funcionado muy bien. También tratamos de darle más relajación en la empuñadura en el saque. Ha ganado velocidad».
El principio del entrenamiento neuromotor consiste en trabajar sobre el sistema nervioso central, para que este ordene al organismo corregir los movimientos erróneos y realizar los correctos: el deportista entrena el movimiento, se conecta a la máquina, Activa Concept y, tras visualizar el gesto técnico, un sonido de baja frecuencia ayuda al cerebro a reprogramarse. Se basa en el principio de que para el cerebro no hay diferencia entre imaginar un acto que ejecutarlo realmente.
Y esta ocasión, se ha introducido otra novedad: «Hemos aprovechado para mejorar la visión dinámica con unas gafas especiales que pueden ocultar parte de la visión. Las ha desarrollado el italiano Andrea Cagno. El jugador debe leer unos símbolos y actuar en función de lo que ve. Así, en 15 días se mejora la visión dinámica, que es vital en tenis. Federer es el jugador con quien trabajé que mejor la tiene. Da unas centésimas de segundo extra que pueden cambiar muchas cosas».
Para Paul, «el futuro de la preparación física está en el entrenamiento neuromotor y mejorar la visión dinámica». Desde luego, experiencia tiene para juzgar y los resultados van llegando.