BRISTOL -- La semana pasada se produjo el regreso de Tiger Woods a las canchas luego de casi cuatro meses de ausencia por sus problemas de espalda. A la normal atención que esto provoca, había que sumarle que Tiger había cambiado de coach, terminando su relación con Sean Foley y empezando a trabajar con Chris Como.
En verdad era poco lo que yo esperaba ver en cuanto al score, pero sí tenía mucha intriga por saber cómo estaba Tiger físicamente y con qué tipo de swing volvería a jugar. Como es un estudioso de la biomecánica y parecía lógico que Woods buscara a alguien que entendiera qué swing su cuerpo podría hacer luego de todos los problemas físicos que tuvo últimamente. Siempre quedará la duda si sus problemas fueron por el swing que Foley le enseñaba o si su espalda ya estaba dañada de antes. El caso es que Tiger volvió con un swing bastante más parecido al que hacía cuando estaba bajo la mirada de Butch Harmon, con las manos bastante más altas en el tope del back swing y con una fluidez que no se le veía desde hacía mucho tiempo.
Si bien el resultado siempre importa, no creo que nadie estuviera pensando que ganaría el torneo, pero tampoco creo que a alguien se le hubiera ocurrido que terminaría en la última posición. En una cancha como Isleworth, preparada para campeonato, con alrededores de los greens cortados muy bajitos y peinados pelo en contra, el más mínimo error se pagaba caro. Su juego corto fue tan malo que lo vimos hacer cosas que jamás pensé que veríamos. No salió del bunker con el primer intento en dos ocasiones y sus problemas en el hoyo 13 en la primera y última ronda fueron difíciles de creer. Todos sabemos que lo que más se pierde cuando se deja de jugar por un prolongado lapso de tiempo es el juego corto y el putter, pero nunca pensé que lo vería moverla un metro con su sand.
Todo esto me lleva a pensar en el futuro de Tiger en el circuito y lo que me pregunto no es si volverá a ganar majors o si retomará el Nº1 en el ranking mundial. Lo que más me preocupa de Tiger es saber cómo reaccionará si su juego no vuelve a ser el de antes y deja de pelear los torneos. Todavía todos tenemos fresco el brillante 2013, ganando 5 veces en el tour, con dos World Golf Championships, el Players, Bay Hill y Torrey Pines, todos torneos con fields en donde están presentes los mejores del mundo; también todos tenemos presente que ya pasaron más de seis años de aquel desempate con Rocco Mediate que le dio su tercer US Open y su major Nº14.
Nadie, ni el más pesimista, se hubiera animado a decir que empezando 2015 la cuenta seguiría estancada en ese número, pero esa es la realidad. Tampoco nadie hubiera pensado en 1983 que Watson no volvería a ganar un grande o que Ballesteros no ganaría más luego de su triunfo en el Open Championship del '88, pero así fue. La otra cara de esta moneda fue Nicklaus. Nadie pensó que el Oso Dorado ganaría el Masters en el '86, pero el más grande de todos los tiempos lo hizo, y es por eso que creo que Woods todavía tiene algo guardado en el tanque.
No será fácil, como tampoco lo fue para Nicklaus. La competencia es cada vez mayor y McIlroy se encargará de hacérselo imposible. No sé si será en 2015, no se si llegará a igualar el récord de Nicklaus, pero estoy casi seguro que uno más tiene. Si me equivoco me quedaré con el recuerdo de un jugador excepcional, que hizo cosas que no habíamos visto jamás, que elevó la vara de la exigencia a un lugar impensado y que hizo que todos mejoren. Porque si Tiger Woods no se prende en los majors o no puede cerrarlos, no sé cuánto más lo veremos en el tour.
Fuente: espndeportes.com