Seguramente lo más apasionante del estudio de los periodos de Guerra Fríano obedezca a giros de la diplomacia, sino a los movimientos bajo la mesa y la propaganda. Arabia Saudí, como hizo a mediados de los 70 para disuadir a Estados Unidos del apoyo a Israel en la Guerra delYom Kippur, juega con el precio del petróleo -ahora lo hace contra Irán-, y no es casualidad que el ajedrez cobrara su máximo esplendor en el gran periodo del conflicto desarmado entre la Unión Soviética y la potencia americana. Había terminado la carrera espacial, con la victoria del Apolo 11 en la Luna, y apareció el excéntrico Bobby Fischer para enterrar más de 30 años de dominio comunista en los tableros.
Barack Obama inició esta semana una visita histórica en Cuba, la isla que ningún presidente de aquel país ha pisado desde que acudió en visita oficial en enero de 1928 Calvin Coolidge, el presidente republicano del que se cuenta que se olvidó los palos de golf en la Casa Blanca en 1929, cuando abandonó la residencia presidencial meses antes de la Gran Depresión.
No está previsto que Obama acuda al Varadero Golf Club (1936), el único campo de 18 hoyos que existe en la isla, pero tampoco es descartable conociendo la afición del hombre más influyente del mundo, y el guiño que para la nueva economía cubana va a suponer el golf. Empresarios británicos, chinos y españoles ya han desarrollado proyectos para construir en la próxima década 12 resorts de cinco estrellas que devuelvan a la isla el turismo de calidad.
"Allí, en el Varadero, y en el de la capital [de nueve hoyos] estuvieron durante años los mejores drivers de maderas de hickory que había en el mundo", recuerda Sergio Gómez, el mánager de José María Olazábal. "Cuando estalló la revolución en el 59 todos salieron corriendo y nadie, evidentemente, fue a por ellos. La tecnología fue sustituyéndolos en el resto del planeta, pero allí no ocurrió".
El golf ha sido un arma propagandística en las tensas relaciones que siempre han existido entre Estados Unidos y Cuba. En los años prerrevolucionarios, la isla gozaba de al menos cuatro campos y era parada del PGATour, el circuito estadounidense de golf. Las grandes estrellas como Arnold Palmer o Billy Casper se dejaban caer por aquel torneo en el que muchos de los jugadores descubrieron los mojitos. Pero el año nuevo de 1959 cambió la percepción. Fidel Castro lo tachó de deporte burgués y aunque la contrapropaganda cuenta que llegó a prohibirlo -parece poco explicable entonces que su hijo Antonio ganase en 2013 un torneo y alcanzara el hándicap 3,5-, al menos sí quedó constatado que fue relegado al ostracismo.
El Che le ganó a Castro
Pero antes de que dos de los tres campos de golf que existían se convirtiesen en la Academia Nacional de Artes Manuales y en un campo de maniobras militares, hubo un partido que se utilizó para expresar sin ambages el odio hacia lo americano.
Con indudables motivos propagandísticos, lo jugaron en 1961 Castro y El Che Guevara en Las Colinas de Villarreal, al este de La Habana, un mes antes de la invasión de Bahía de Cochinos. El único motivo era mofarse de Ike Eisenhower, el depuesto presidente que acababa de abandonar la Casa Blanca sustituido por JFK -con hándicap 7 y capaz de bajar con asiduidad de 80 golpes- y que había dejado grandes heridas cuando en abril de 1959 se negó a recibir a Castro y se fue a jugar al Augusta National. Allí, un árbol contra el que pegaba una y otra vez llevaba su nombre. El golf siempre había sido hobby de los presidentes -15 de los últimos 18 lo han jugado-, pero de Ike se decía que consumía más tiempo en la cancha que en la política.
Castro era un malísimo golfista. Cuentan que fue El Che quien le empezó a enseñar el juego cuando vio que The New York Times publicaba una foto en portada de Einsenhower porque había hecho un hoyo en un solo golpe. Guevara, que había sido caddie en Córdoba (Argentina) y "un excelente jugador de golf", según su padre, era bastante mejor.
En lugar del vestuario convencional, eligieron para esa partida atuendo militar de arriba a abajo.De las botas a la boina. José Lorenzo Fuentes, escritor disidente que ahora reside en Miami, fue un testigo privilegiado. Era el periodista de cámara del comandante entonces. "Castro me miró y me dijo: 'Ya sé cómo vas a titular. El presidente Fidel desafía a JFK a un partido de golf", contó a la revista Golf en 2010. En el primer hoyo, hizo el par sorprendentemente. Pero a partir de ahí comenzó un calvario. Sobre un par 72, Castro empleó más de 150 golpes. El Che, 127. "¿Qué vas a publicar?", le inquirió Fidel a Fuentes al acabar. "La verdad", le contestó.
El periodista publicó en el Granma, el diario del régimen, el episodio y no obvió la derrota de Fidel. Aquello le supuso el despido inmediato. Fuentes, que había sido corresponsal en batallas como la de Santa Clara al lado del Che, fue encarcelado en 1969, acusado de ser un agente de la CIA. Las fotos de aquel día, de Alberto Korda, fallecido en 2001, las vendió su hija hace cuatro años por 80.000 euros.
La Cuba que visita mañana Obama, hándicap 17, poco se parece a la que ofició de escenario aquella mañana. El trámite burocrático aún dificulta que la isla pueda competir con la República Dominicana, el país que más ha explotado este deporte como motor del turismo en el Caribe. Si Hemingway se debatía entre un mojito en La Bodeguita o un daiquiri en La Floridita, una duda similar asalta ahora a Barack: unos hoyos en Varadero o en el Havana Club.Pues no hay más.