Andy Murray, número dos del mundo, se ha impuesto en la final de Wimbledon al canadiense Milos Raonic por 6-4 7-6 (3) 7-6 (2). Es el segundo título para el de Dunblane en el All England Club -ya a solo uno de Fred Perry- y su tercer Grand Slam en once finales disputadas. Curiosamente la de hoy era la primera que acometía sin tener enfrente a Novak Djokovic -con el que ha jugado siete- o a Roger Federer, al que ha encontrado en tres ocasiones en el último partido de un Grand Slam.
Murray dominó el encuentro de principio a fin. Leyó a la perfección el servicio de Raonic, como demuestran las estadísticas procesadas por thetennisbase -solo 8 aces en el encuentro- y demostró que es un hueso muy duro de roer sobre la línea de fondo, como demuestra ese 32% de puntos al resto. Con el servicio apenas dio oportunidad al canadiense, ganó el 77% de los puntos y solo afrontó dos bolas de break, ambas en el quinto juego del tercer set, que superó con solvencia. Y aunque solo pudo materializar una de las siete bolas de quiebre de que dispuso, en los desempates hizo patente su superioridad, adelantándose desde el principio e impidiendo cualquier reacción de Raonic. El 20-6 en tie-breaks que arrastraba en la temporada el de Podgorica fue pólvora mojada ante la seguridad de un Murray -12 errores no forzados en el partido- que jugó en campeón.
Ya comentábamos en nuestra previa que Murray llegaba a esta cita en un estado de plena madurez y confianza, y que la prueba podría resultar demasiado dura para un debutante en una final grande que además había sufrido mucho a lo largo del torneo. Los pronósticos se quedaron incluso algo cortos, a tenor del dominio que ejerció el británico, que solo se vio algo presionado en el tercer set.
Murray no solo confirma su condición de gran campeón, sino que también presenta una seria alternativa a Djokovic, número uno del mundo, cara al liderazgo del ranking ATP en los próximos meses. En la clasificación de la ATP Race, que mide los resultados del año en curso, el británico sumará 2000 puntos, mientras que el serbio se deberá conformar con 90. Eso dejará la clasificación con8.040 puntos para Djokovic y 7.225 para Murray. Solo 815 puntos de diferencia que dejan la lucha por el número uno muy abierta, teniendo en cuenta que aún queda por disputar el US Open, cuatro Masters 1000 y las finales ATP.
Murray consigue también por segunda vez ganar en el mismo año Queen's y Wimbledon, el doblete de más solera del tenis mundial, después de haberlo logrado también en 2013. En la Era Open solo Rafael Nadal (2008), Lleyton Hewitt (2002), Pete Sampras (1995-1999), Boris Becker (1985), John McEnroe (1981-1984) y Jimmy Connors (1982) pueden presumir de acompañar al escocés en un éxito de tanto prestigio.
Y es que los números de Murray en hierba son impresionantes. Tiene 102 victorias, por solo 17 derrotas (este año 12-0) para un porcentaje del 85,71% que le sitúa cuarto de la Era Open detrás solo de Federer, Borg y McEnroe y por delante de auténticos reyes de Wimbledon como Sampras, Laver, Becker, Connors y Djokovic. Es el hombre record de Queen's, con cinco victorias en el torneo centenario. Y es casi imbatible en una final sobre hierba. De las nueve finales que ha disputado, ha ganado ocho -incluyendo el oro olímpico de 2012- un 88,89% de efectividad, el mejor de la era open por encima incluso de Borg, que ganó siete títulos en ocho finales. Todo eso jugando apenas un par de torneos al año sobre pasto. Seguro que Andy es de los muchos que echamos de menos un Masters 1000 sobre hierba, él con muchos más motivos.
Raonic, finalista del torneo, optó por primera vez a un Grand Slam. El canadiense, en la que está siendo la mejor temporada de su carrera, superó dificultades extremas ante Goffin, que se adelantó 2-0, y Federer, que estaba 2-1 y jugando de forma magnífica hasta que un absurdo auto-break en el duodécimo juego del cuarto set, después de desperdiciar un 40-0 con dos dobles faltas, le hundió totalmente. Raonic, muy firme y seguro, aprovechó el regalo para convertirse en elprimer canadiense en alcanzar una final de Grand Slam, excepción hecha deGreg Rusedski, canadiense de nacimiento pero británico de nacionalidad, que disputó la final del US Open en 1997, cayendo ante Patrick Rafter.
Federer se benefició de un cuadro benigno que le permitió entrar en juego y recuperar sensaciones después de tantos problemas sufridos en la temporada. Venció con mayor dificultad de la esperada a Guido Pella, puso fin al cuento de hadas de Marcus Willis, se deshizo ya con más fluidez de Daniel Evans y rompió la racha de ocho victorias consecutivas de Steve Johnson para acceder a sus 48º cuartos de final de Grand Slam y sus 14º en Wimbledon, empatando el récord de Jimmy Connors.
Después superó, en un épico partido, dos sets de desventaja y tres puntos de partido contra Marin Cilic en cuartos de final y los records llovieron a cántaros:40ª semifinal de Grand Slam, 11ª semi y 84 victorias en Wimbledon, empatando de nuevo con Connors en ambos casos, 307 victorias en Grand Slam superando las 306 de Martina Navratilova y décima victoria superando un 0-2 en contra, igualando la marca de Boris Becker y Aaron Krickstein.
Milos Raonic
Y cuando parecía que el viento soplaba fuerte de popa y que el suizo, jugando otra vez a las mil maravillas, enfilaba su undécima final en Wimbledon -controlaba totalmente el partido con Raonic- llegó ese mencionado juego en el cuarto set y todo se acabó. Un minuto negro devastador que, a tenor de las declaraciones del mismo Federer, ni él mismo se puede explicar todavía.
Djokovic llegó a Wimbledon dispuesto a ganar su quinto Slam consecutivo y seguir aspirando al sueño del Golden Slam. No participó en ningún torneo preparatorio sobre hierba y el esfuerzo de ganar Roland Garros, el único grande que le faltaba, por lo visto le pasó factura. El número uno del mundo superó las dos primeras rondas, pero en la tercera cayó ante Sam Querrey en cuatro sets, en un partido interrumpido por la lluvia. El serbio no pudo repetir la hazaña del año anterior cuando remontó un 0-2 adverso ante Kevin Anderson. Si Djokovic acusó la falta de retos, tiene uno nuevo por delante para movilizar su motivación ya que Murray ha puesto asedio al liderato del ranking y va a tener que apelar a toda su capacidad para defenderlo.
En las estadísticas del torneo aparecen viejos conocidos. Raonic, con 145, fue el que más saques directos conectó. Claro que si nos fijamos en la media de aces por partido aparece una vez más el inevitable John Isner que logró 114 en tres partidos, a una media de 38 por encuentro. Karlovic, Miller, Isner, Raonic y Cilic lideraron la clasificación de mejor porcentaje de puntos ganados al servicio. Como era de esperar, Murray fue el mejor al resto entre los jugadores que alcanzaron la segunda semana, con un 42,25% de puntos ganados y 33 breaks, a casi cinco por partido. El escocés estuvo cerca de anotarse uno de cada tres juegos al resto. Raonic estuvo también inconmensurable con punto de break en contra, salvando 28 de 34, un 82,35% en el que residió parte de su éxito.
Wimbledon acaba dejándonos un nuevo rey de la hierba, el escocés Andy Murray que ha dejado atrás la sombra de Fred Perry para construir su propia leyenda. El número dos parece haber alcanzado un punto exacto de madurez donde a sus magníficas condiciones físicas y técnicas ha unido una mejor mentalidad y un carácter más positivo y ganador. Ivan Lendl, que oficia de coach y talismán, debe trabajar con su pupilo para dar continuidad a sus resultados y mostrarle que tiene a su alcance una nueva meta: el número uno del mundo.