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¡Qué duro el Open!

 

En un viernes de verano escocés -si es que existe esa estación a orillas del Fiordo de Clyde-, de mañana lluviosa, aunque jugable y viento severo a partir del mediodía, el Open Británico se transformó en un infierno.

Fueron dos horas de una enorme crudeza, entre la hora del té y las siete, con ráfagas de 50 km/h, lluvia lateral de la que duele y marcadores disparados. Sólo el larguirucho Kizzire y Day, que para eso es el número 1, jugaron bajo par entre los que salieron en los partidos de las tres últimas horas, cuando el Royal Troon, un par 71, se jugó casi en 75 golpes de promedio.

En ese momento ya había terminado Mickelson. Y Stenson. Y Sergio. Y todos los que abordan el fin de semana en cabeza. "Sería de agradecer algo de buen tiempo", dijo Adam Scott, que es golfista de sol. Había llovido, pero la tempestad no se había desatado. Lo hizo cuando llegó Rahm. Meritorio lo del chico. Dos grandes, dos cortes. El cielo se desplomó sobre parte de la nobleza del golf actual:Spieth y McIlroy quedaron bastante distanciados.

El Open sigue gobernado por Mickelson. Su juego no fue súper, especialmente en los segundos nueve hoyos, que los despachó con dos bogeys, aunque por momentos, incluso, desafió el récord de golpes después de 36 hoyos en un British (130). "Me gustó el desafío que se planteó por la lluvia y eso", dijo el zurdo, que explota como nadie la experiencia.

Hace años cuando aterrizó por los links, los viejos campos británicos del litoral azotados por el viento, Mickelson se desesperaba. Ponía toda la potencia del mundo en su juego, intentando darle el mayor spin -giro de la bola- posible, cuando se demandaba todo lo contrario y sus resultados eran una ruina.

A la decimosegunda participación, en 2004, cuando entendió que había que hacer todo lo contrario, que es un juego de estrategia apoyándose en golpes bajos, en colinas y laderas, por fin logró un puesto en tre los 10 primeros. Fue tercero. El viernes, aunque se le escaparon algunas calles, desplegó esa clase de golpes y fue inalcanzable hasta para el sueco Stenson, la mejor tarjeta del día con 65 golpes, gracias a siete birdies y un bogey.

Al nórdico que le asustan los osos y no los mosquitos del zika le han entrado las urgencias. "Tengo 40 años y tampoco me quedan tantas oportunidades para intentar ganar un grande", contó a los periodistas en la casa club. Llevaba año y medio sin opciones en los majors y entrará en las dos últimas rondas con mucho terreno avanzado.

Mientras, Sergio se ha colocado sexto. Con más resultado que sensaciones."Para cómo estoy jugando, estoy encantado con mi posición. Hoy he estado algo más sólido. Eso es lo positivo. Si seguimos por ese camino, pues quizás tengamos alguna oportunidad para el domingo", contó.

Tres putts en el último hoyo, contrariaron al español, que firmó 70 golpes, que pueden terminar siendo muy valiosos. "La verdad, me hubiera gustado estar dos o tres golpes mejor".

Al par acabó Rafa Cabrera. Si no se tuercen las cosas, terminará jugando la Ryder Cup esta temporada. Su crecimiento es exponencial en los últimos cursos. Da la sensación de que cualquier día va a pelear por un grande.

Scott impide el 'pleno' español

El veterano Miguel Ángel Jiménez y el debutante Jon Rahm -podrían ser padre e hijo- acompañarán a García y a Cabrera-Bello en el día del movimiento del British Open, en el que sólo faltará el también debutante Scott Fernández. El granadino que completó una meritoria, vuelta de 72 el jueves, sufrió ayer todos los rigores del Open en una interminable ronda en la que se fue hasta los 80 golpes.

Jiménez superó el corte con con tranquilidad gracias a una vuelta de 72 que le dejó con un global de +1, a uno del 'Top 30', difícil de adivinar el jueves, cuando tras los nueve primeros El Pisha se vio con 40 golpes en la tarjeta. Decidió entonces que se iba a divertir y el resultado salta a la vista.

También se divirtió -aunque sólo al final- Jon Rahm, que salvó el corte tras una épica vuelta que terminó al par después de empezar con tres bogeys consecutivos. El español, al que le volvió a tocar el peor turno, sigue dejando huellas en la historia. Ni Seve, ni Olazábal, ni Sergio pasaron el corte en su primer Open.