Una parte fundamental de un torneo de tenis y más si cabe de uno tan grande como un Grand Slam son los 'ballboys' o recogepelotas. Cumplen una labor esencial a la hora de hacer un partido de tenis mucho más fluido y dinámico. La costumbre hace que ni nos fijemos en ellos pero sus desvelos son claves en el correcto funcionamiento de un evento tenístico. En el US Open no es menos esta realidad. USA Today ha entrevistado ha algunos de ellos que han compartido sus experiencias y algunas de las claves para saber manejar a ciertos jugadores, especialmente los que más repercusión mediática tienen.
Tina Taps, la encargada de dirigir a todos los recogepelotas del Abierto de los Estados Unidos, comenta sobre la tarea de lidiar con los mejores jugadores del mundo. Porque un recogepelotas es mucho más que eso. "Cuando tienes a un jugador díficil, necesitas saber qué es lo que le tranquiliza y qué es lo que le cabrea", desvela. "Aprendes a hacer sutiles cambios con el objetivo de que su experiencia en pista sea la mejor posible", cuenta.
Y es que cada jugador es un mundo y posee sus propios rituales, su propio carácter y sus particulares relaciones con los recogepelotas y demás elementos que rodean a un partido de tenis. Laray Fowler, que lleva con este 19 US Open consecutivos, cuenta algunas de las señas de los grandes jugadores. "Rafa Nadal quiere una toalla a cada lado del fondo de pista para tener un acceso rápido; Andy Murray quiere la bola con la que ha ganado el último punto; Serena Williams no necesita elegir entre varias bolas para sacar y Caroline Wozniacki solo coge bolas del lado de la línea de fondo", asegura.
Nick Zikos, otro de los casi 300 recogepelotas que forman parte del inmenso grupo del US Open, cuenta: "He visto absolutamente de todo dentro de una pista de tenis. Conozco los diferentes ritmos en pista y cómo funcionan. Conozco el sistema bastante bien. Sé que los jugadores confían en lo que hacemos para ellos. No tienen que pensar en nosotros. La experiencia ayuda mucho", asegura.
Otro recogepelotas, Justin Holmes, de 18 años, comenta sobre la experiencia de formar parte del gran espectáculo del tenis en un Grand Slam: "Si pasas aquí unas tres semanas seguidas con el mismo grupo de gente año tras año, se acaban convirtiendo en tu familia. Tienes que estar día y noche aquí", asume. "No es cuestión de hacer X cantidad de años. Yo estaré hasta que mi cuerpo me lo permita", reconoce Laray Fowler.
Holmes tiene una costumbre con los más inexpertos antes de saltar a la central. "Les pregunto antes de saltar a la central, ¿estáis nerviosos chicos? Y ellos responden: 'Sí, desde luego'. A lo que yo respondo: 'Escuchad, no miréis hacia arriba, porque entonces veréis a 23.000 personas en la grada. Tenéis que pasároslo bien. Si una bola va en vuestra dirección, retaros a cogerla, esto queda bien en TV'", cuenta. Todo un precioso desempeño el suyo, una liturgia que hace aún más grande al deporte de la raqueta.