Nunca será admitido en el club de ‘los cuatro fantásticos’ pero, pase lo que pase, este hombre se retirará, como mínimo, con tres Grand Slams bajo el brazo. Bendito problema, quién lo firmara. Stan Wawrinka vive muy tranquilo respecto a ello, sabe que su estatus en el vestuario es distinto y lo único en lo que debe centrarse es en aprovechar sus oportunidades. Y nadie lo hace mejor que él, como bien pudimos ver en su nueva conquista en el US Open. ¿Qué cómo es capaz de vencer con esa frialdad a Novak Djokovic? Eso es algo que quizá solamente él y Magnus Norman guarden bajo llave para siempre.
"He llegado a tres finales de Gran Slam y las he ganado porque nunca sentí la presión que debía ser campeón, sí la de salir y hacerlo bien. Tampoco me cuestiono si enfrente tengo al mejor jugador del mundo. La proporción que tengo en los duelos con Djokovic no es la mejor, pero el haber ganado los tres partidos con título en juego de torneos de Grand Slam es algo que quiero que se repita. Lo que sí es una realidad es que gracias a Novak estoy donde estoy hoy", son las palabras del campeón del US Open 2016, totalmente embriagado por el éxito.
"Ganar el Abierto de Estados Unidos, al igual que los dos torneos anteriores de Grand Slam, a partir de haber cumplido los 28 años es una gran compensación a todo el esfuerzo que realizo cada vez que estoy en la pista, lo único que hay en mi mente es superarme siempre", señaló Wawrinka en rueda de prensa, el hombre que con la esta noche encadena ya once finales consecutivas levantado el título.
”Creo que este año estoy jugando mucho mejor que el año pasado. Nunca soñé con ganar un Grand Slam hasta que gané el Abierto de Australia. Nunca fue un sueño para mí porque estaba demasiado lejos. Lo importante es que me siento bien físicamente, que disfrutó cada partido y que al final puedo conseguir triunfos. Sé que he tenido algunos altibajos en el año, que no jugué mi mejor tenis, pero al final recuperé las mejores sensaciones y eso es lo que cuenta", reflexionó el de Lausana, sabedor de que la regularidad no es su punto fuerte pero, sabedor también, de que su tenis puede tumbar a cualquiera.
Al final todo se reduce a una premia muy sencilla: "Lo que luego sucedió es que durante las dos últimas semanas jugué muchas horas de tenis que tuvieron compensación". Y ya está. Stan es alguien que necesita ir calentando día a día el fuego de su raqueta, hasta que llega el día de la final y está completamente en llamas. Tres Grand Slams y en los tres superó a Novak Djokovic en alguna de las rondas. El mérito del suizo es incalculable. Sin embargo, no todo fue felicidad en la jornada del domingo, sobre todo los inicios.
”Antes de la final estaba muy nervioso, como nunca antes. Estaba temblando en el vestuario. Me he puesto a llorar. Estaba temblando por completo. No me sentía nervioso en mi primera final de Grand Slam. Estaba contento con poder disputarla. Fui a la pista a ganar, pero sabía que podría perderla también. Luego estás en otra final de Grand Slam, no eres tan joven y no quieres perder la oportunidad de ganar ese título, especialmente en un Grand Slam. El trofeo de finalista no es lo mismo”, indicó el helvético ante una sala de prensa abarrotada.
Su tenis, especialmente su revés, pasará a la historia como uno de los pocos capaces de trastocar los planes del Big4, un selecto grupo del que muchos insisten en incorporar una plaza más. Wawrinka, mientras tanto, sonríe despreocupado por el asunto. Él tiene otros objetivos en la cabeza, concretamente tres. Y los tres descansan ya en su vitrina de trofeos.