La edición de 1985, disputada en The Belfry (Inglaterra), marcó un punto de inflexión en la historia de la Ryder Cup. Puso fin a casi tres décadas de dominio estadounidense e inauguró la hegemonía europea, que desde entonces ganó 11 de las siguientes 15 ediciones.
Para los libros quedó el putt de ocho metros de Sam Torrance en el 18, que significaba su triunfo ante Andy North y colocaba a Europa seis puntos por delante con sólo cinco partidos por jugar. Pero según el propio Torrance, el punto de inflexión de aquella Ryder, y quizá de la historia de la competición, se había producido unas cuantas horas antes. Y el protagonista fue el español Manuel Piñero.
Así contaba Torrance hace unos días a la CNN lo que sucedió en el cuarto de jugadores del equipo europeo el sábado por la noche: "Prácticamente ninguno queríamos jugar contra Lanny Wadkins, que era el mejor en los individuales.Piñero se levantó de su asiento y gritó: 'Yo quiero jugar contra él'. Wadkins era la megaestrella del momento y Piñero le ganó. Imagínese lo que supuso para los 11 que teníamos que jugar después. Fue magnífico".
Seve fue el primero que dio un golpe en la mesa ante Estados Unidos"
Manuel Piñero
Piñero recuerda el episodio para MARCA desde su casa de Marbella. "Jacklin [capitán del equipo europeo] me preguntó si estaba dispuesto a ir de número 1 y le dije que sí. Los dos sabíamos que los americanos pondrían a Wadkins de número 1 porque iban dos puntos por debajo. Era muy bueno y muy potente en match-play, pero yo me encontraba muy fuerte. Había jugado muy bien el sábado y no me asustaba", explica uno de los cuatro españoles que participó en aquella Ryder, junto a Seve Ballesteros, José María Cañizares y Pepín Rivero.
Más que la anécdota que contó Torrance, Piñero recuerda una que se produjo el jueves durante la presentación de los equipos. Lee Trevino, capitán estadounidense, llevó a cabo una pomposa ceremonia, recitando el dinero que había ganado cada uno de sus chicos. Jacklin se limitó a enumerar el palmarés deportivo de los suyos. Cuando anunció a Piñero, el español se puso de pie sobre su silla y alzó el puño. "Fue un gesto de fuerza y orgullo que a mucha gente le sorprendió. Sabíamos que teníamos un equipo muy fuerte, pero nunca habíamos ganado y necesitábamos empuje. Después del acto, la mujer de Jacklin me dio las gracias por transmitir ese empuje", recuerda.
Wadkins era muy bueno en match-play, pero yo me encontraba muy fuerte"
El efecto Seve
Piñero había debutando en la Ryder en 1981. Vivió el antes y el después de la competición. Cuando, según ha contado Jacklin, "los europeos viajaban derrotados de ante mano". Y tiene claro cuál fue el desencadenante del cambio. "Fueron los jugadores, con Seve a la cabeza. Él fue fundamental. Fue el primero que dio un golpe en la mesa ganando a los americanos en Estados Unidos. Fue el orgullo del golf europeo", explica el capitán del equipo masculino español en los pasados Juegos, que cree que la semilla del triunfo de 1985 se plantó dos años antes en Palm Beach. "Ahí empezó el cambio. Nos quedamos muy cerca de ganar, pero les metimos el miedo en el cuerpo a los americanos, que hasta entonces iban a la Ryder de vacaciones. Nos hicimos respetar", asegura.
Aquella semilla germinó y dos décadas después el equipo europeo es robusto como un roble. Un árbol regado a base de espíritu de equipo, según Piñero, principal arma del equipo europeo: "Europa es más equipo que Estados Unidos, aunque ellos sean todos del mismo país y nosotros no. El espíritu europeo que se genera en la Ryder es único".
Ese espíritu será esta semana más importante que nunca. Europa juega fuera, con seis debutantes. Piñero no cree que la falta de experiencia vaya a pesar a los europeos. "Son jugadores muy experimentados", explica. Además, cree que al equipo europeo no le faltarán líderes. "Uno de ellos será Sergio García. A veces le achacamos que le falta garra, pero en la Ryder es un líder indiscutible, más que McIlroy".