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Wawrinka: "Mi única opción era sufrir"

 

 

Magnífica la columna de Stan Wawrinka para Le Matin Dimanche. El suizo ha querido expresar de primera mano qué sintió en su mente y su cuerpo al ganar el US Open. Una confesión de aquello que no se ve y no se sabe. Imperdible.

"Mucha gente me pregunta cómo fui capaz de salir a pista con aire despreocupado, cuando cinco minutos antes tuve un ataque de estrés y me estaba aguantando las lágrimas (lo intenté, pero no fui capaz). Yo ya estaba feliz de que nadie se percatara de mis ojos enrojecidos. Con 23.000 espectadores y cámaras por todos lados, no iba a ser fácil. Pero tenía que ocultarlo. Debí hacer tenido una pinta horrible, porque como dije en rueda de prensa, estuve cerca de romperme, de llegar a ese punto donde dejas que todo salga fuera, física y nerviosamente. Realmente sentí que estaba en mi límite. Quizá con el calor, todos pensaban que estaba transpirando. Eso también.

Así que, ¿cómo lo hice? Te lo diré: Me hice daño a mí mismo. Intenté alargar los rallies lo máximo posible. Un tiro más, y otro, para que se agitaran mis piernas y no mi cabeza. Me esforcé hasta que no me quedó aliento. Llegado a ese punto, la mente no es capaz de pensar. Cualquier energía y concentración que queda es sólo para el juego. Para ese preciso momento y el siguiente. Nada más allá.

Pero tengo que admitir que a lo largo del primer set me preguntaba a menudo si sería capaz de aguantar. Cuando estoy así de nervioso, la fatiga se siente mucho, mucho más fuerte. Y las piernas duelen muchísimo. Incluso llegué a gritar a mi box: 'No puedo hacerlo. Estoy muerto, mis piernas no van'.

Estaba muy herido, empujándome al límite. Tenía tan poco aire que acabé sofocando esas pequeñas voces en mi cabeza. Y te digo esto con una sonrisa hoy, pero no te puedes imaginar hasta qué punto esas voces pueden ser arrolladoras. Con la fatiga, no era capaz de pensar en nada e incluso comencé a jugar bien, dejando ir algunos golpes con mi revés y mi saque.

Ahora, tengo que relajar un poco la maquinaria. Esto también tiene algunos efectos secundarios.

Cuando ganas un Grand Slam, alcanzas un nivel de emoción inimaginable. Entras en otro 'estado' (es difícil de explicar con palabras, lo siento). Y a veces es difícil recuperarte de eso, de reagrupar tus ideas y llegar a casa o a un primer torneo, donde sea, como si volvieras de clase. Es demasiado extremo.

A menudo se dice: "No lo he asimilado todavía". Yo, creo que lo he hecho. Realmente tengo esa impresión, pero eso no significa que mis pequeñas voces interiores no tengan otras preguntas complicadas que hacerme. Podréis haber visto que he renunciado a ir a Tokio. Algunos dolores han vuelto y tengo que atenderlos. No podemos hacernos sufrir siempre. Porque, seamos claros, después de esta columna, no digáis que soy un masoquista, ¿vale?".

Fuente: Punto Break