Tras siete intentonas fallidas, Grigor Dimitrov ha obtenido su primera victoria ante Rafa Nadal tras ganarle con bastante claridad en los cuartos de final del ATP 500 de Beijing por 6-2 y 6-4. El búlgaro mostró su mejor cara, muy sólido e incluso brillante durante casi todo el partido pero todo hay que decirlo, Rafa estuvo muy por debajo de su verdadero tenis. Cometió numerosos errores no forzados en situaciones ventajosas y necesitó hasta seis servicios para estrenarse al saque en el partido. Una noche para olvidar la del balear en Beijing. Y un paso atrás en su lucha por estar en la Copa de Maestros.
Rafa Nadal y Grigor Dimitrov volvían a verse las caras. Era la octava ocasión que le hacían con un bagaje incontestablemente favorable para el español. Ni más ni menos que 7-0. En el último duelo el búlgaro había vuelto a avisar de que podía ganarle forzándole un tercer set como solía ser ritual en sus enfrentamientos. Venía de sobrevivir ante el francés Pouille y con la confianza muy alta. Nada más empezar, el de Haskovo se fue a por el español, que parecía arrastrar las dudas con las que terminó ante Mannarino en la ronda anterior. Tras varias ocasiones desperdiciadas, Dimitrov quebraba el saque del manacorí para adelantarse a las primeras de cambio. Los primeros compases del duelo de cuartos serían bastante alocados, sin un guion lógico. Ambos se encontraban más cómodos y confiados al resto que al saque. Rafa hacía un gran juego al resto para devolverle la rotura al búlgaro. El tenis estaba ahí, pero su cabeza no le dejaba en muchas ocasiones sacarlo. Retenía la mano y con ello la bola, que se quedaba en la red o se marchaba lejos, sin mucho control y ‘topspin’. Hasta cinco roturas consecutivas se registraron en los cinco primeros juegos.
Dobles faltas, bolas claras de ataque erradas, otras muy cortas que invitaban al juego ofensivo a Dimitrov… Eso era Nadal cuando tenía que llevar el peso de los puntos. Cuando se encontraba entre la espada y la pared sacaba su mejor versión, respondiendo con grandes golpes pasantes y tiros a la contra ganadores. En el sexto juego en cualquier caso, Dimitrov iba a consolidar su ventaja ganando el primer juego al saque del partido y a partir de ahí Nadal directamente no existió como tal. Se diluyó completamente. Los fallos seguían cayendo y el búlgaro cada vez más sólido y convencido de sus opciones de ganar por primera vez al balear ante tanta concesión. Rafa cerraría la primera manga sin ganar su servicio una sola vez. Cuatro saques, cuatro roturas, un 45% de puntos ganados con primero y un 20% con segundo. Dimitrov cerraba en 42 minutos el primer set por 6-2, en el que estuvo bien, muy firme y serio pero donde se encontró un Nadal que empezó dubitativo y terminó ni existiendo.
Por primera vez en un partido a tres sets entre ambos, Dimitrov ganaba el set inicial. ¿Un signo de que el búlgaro podría salir victorioso a la octava? Tenía toda la pinta viendo el arranque. Como en el primer set, el de Haskovo rompía de entrada a Nadal, que alargaba su sequía al servicio, aún sin estrenarse. Dimitrov jugaba muy largo, muy sólido, muy consistente. Las fisuras habían desaparecido en su juego. Sirviendo con contundencia y rematando con precisión. Nadal empezaba a estar acorralado. No siquiera las grandes defensas del primer set aparecían para sacarle del atolladero.
Dimitrov no se conformaba con una rotura. Quería todas las que fueran posibles. Tuvo bola de rotura para 3-0 y saque pero el revés de paralelo de Dimitrov en una posición realmente complicada no pudo pasar la red ante el ataque de Nadal y el español salvaba el entuerto. Rafa acabaría sacando adelante su primer juego de saque de todo el partido. Se mantenía con vida. El problema para Nadal es que Dimitrov ya no se mostraba tan dubitativo al servicio como en los primeros compases del choque. Imponía con mucha claridad y determinación sus armas, cual Roger Federer, y apenas dejaba entrar al español, que no sabía cómo contrarrestar la inercia ganadora y desbocada del búlgaro.
La inercia del set no iba a variar en lo sucesivo. Rafa sufría lo indecible para mantenerse a flote con su maltrecho saque, salvando bolas de rotura, escapando vivo de las acometidas de Dimitrov que veía muy cerca ya la línea de meta pero al que le podían las prisas y las ansias de triunfo. En cualquier caso, al saque apenas sí dudaba. En uno de ellos sí tuve que ver cómo Rafa Nadak tenía bola de 'break' para recuperar el terreno perdido. Dos concretamente. Las dudas volvieron a atenazar al zurdo mallorquín que daba un espaldarazo casi definitivo al búlgaro para que le venciera por vez primera después de ocho batallas entre ellos. Y así sería. Con un despliegue ofensivo sublime, Dimitrov sellaba por 6-2 y 6-4 un partido en el que fue de menos a más, favorecido por el tenis gris y errático de Nadal pero fortalecido por sus propias ganas de recuperar sus mejores sensaciones y de escalar de nuevo en el 'ránking'. Este Dimitrov vuelve a ilusionar. Para Nadal, borrón y cuenta, que un billete para Londres está en juego y no es momento de hundirse y entrar en depresión.