Christian Garín (211º del ranking mundial) está decidido a dejar atrás la inestabilidad que vivió en los últimos tiempos. El joven chileno, quien ganó Roland Garros junior en 2013, generó grandes expectativas con su título y su tenis, pero no pudo plasmarlas debido a la exigencia que se le puso encima. A día de hoy, Christian está viviendo el momento más dulce de su vida y aspiro a pegar fuerte en el 2017.
El último mes de noviembre logró el impulso que venía necesitando: ganó en Lima (Perú) el primer torneo Challenger de su carrera, consiguió romper la barrera de los 200 mejores del planeta (llegó a ser el 197º) y se convirtió, nuevamente, en el mejor jugador de Chile.
“Se está poniendo muy fuerte mentalmente y eso demuestra que está trabajando bien. Era lo que él mismo decía que le faltaba. Este cierre de año lo ayudará mucho”, confiesa Nicolás Massú, capitán de Copa Davis del combinado chileno, sobre el joven de 20 años de edad.
“Siempre dije que Christian sigue teniendo un gran potencial, y por cuestiones de madurez mental no había explotado”, explica el argentino Martín Rodríguez, exentrenador de Garín. No son pocos los entendidos del tenis que comentan que la decisión del chileno de unirse a la Academia de Rafael Nadal en Mallorca le dará la estabilidad que está buscando.
“El haberse ido a España le ayudó en diferentes factores, pero no tengo dudas en que va a llegar muy alto en el mundo. En la academia de Rafa Nadal hay gente muy capacitada”, añade Rodríguez. Garín va por la misma línea: “Fue una de las mejores decisiones que tomé en el último tiempo. Me ayudará sí o sí en el futuro, porque estoy convencido de que ellos tienen las mismas ganas que yo de llegar lejos”, confiesa Christian en una entrevista con AS de Chile.
Garín consiguió en el Challenger de Montevideo la mejor victoria de su vida cuando despachó en tres sets a Nicolás Almagro (44º). Un triunfo que puede ser un chute de confianza para encarar en condiciones el 2017. Son experiencias que le están haciendo crecer, aprender y mirar con optimismo el siguiente curso. De hecho, en Santiago de Chile perdió un partido ante Horacio Zeballos que tuvo casi hecho. "En Chile perdí un partido con cuatro match points a favor y con estadio lleno. Eso me dolió mucho, pero también me tiró hacia arriba para seguir entrenando y enfocarme para lo que queda de año. Que se me diera el ser campeón la semana siguiente me llena de confianza”, aclara el joven.
Pero lo que más le interesa a Garín es tener los pies en el suelo: ser el número uno de Chile es algo anecdótico. "No es algo muy especial, porque no me genera auspicio ni apoyo del Estado. No es algo que te dé un beneficio. Es un orgullo, pero ojalá tuviera un poco más de recompensa”.