Boris Becker y su relación con Novak Djokovic parece que estén más cercanas al final que a otra cosa. Entre tanto, el alemán ha analizado para The Times la segunda mitad de año de su pupilo, en la que tras ganar el Grand Slam, descendió mucho nivel, solo conquistando un título. Para Becker, el proceso que ha vivido el serbio es algo normal y que tenía que llegar como consecuencia de todo lo que había ganado anteriormente. Apunta a su alejamiento de las pistas para atender a su familia como la principal razón que explica su menor rendimiento en los últimos meses.
“Su bajón fue probablemente la reacción más natural tras la perfección”, considera Boris Becker, en un claro afán de quitarle hierro al asunto, pero por otro lado, dando posiblemente en el clavo del problema. “Es humano después de todo, es un hombre, es padre. No es un ordenador, no presiones un botón y continúas haciendo eso durante cinco años más. Él no es así”, comenta Becker.
El alemán, en el banquillo de Djokovic desde principios de 2014, señala que el serbio necesitaba un parón, un parón necesario si quería en un futuro seguir ganando. En ese momento, había otros aspectos que centraban más su atención que el tenis como cuenta Becker. “Se tomó su tiempo y no lo invirtió en estar en una pista de entrenamiento. Lo invirtió en su esposa y su hijo. Fue bueno para él, es hacer lo correcto”, considera.
“Yo estuve en su situación hace 20 años de querer parar. Parar no significa retirarse, significa parar y sencillamente, saborear el momento de perfección”, cuenta. “Por lo tanto soy el primero que le comprendo y que quiera gastar su tiempo en su familia y en otras actividades. Con el objetivo de tener una carrera exitosa y larga, esto es lo que tienes que hacer a veces”, entiende el alemán.
Si bien Djokovic, de los siete títulos que ha levantado en 2016, solo uno forma parte de la segunda mitad de año, pudo haber terminado el año en la cumbre ganando el último duelo ante Andy Murray en la Copa Masters de Londres. “Ojalá hubiéramos ganado ese partido”, admite Becker. “Fue una temporada de dos mitades. La primera fue perfección, la segunda… podemos llamarlo un período de transición hacia su nueva etapa”, dice. Se muestra orgulloso de que su discípulo, tras cerrar ese círculo maldito de ganar los cuatro grandes y que tanto se le atragantaba, no cayera estrepitosamente en sus resultados y su motivación.
“Históricamente ha habido deportistas que se hubieran retirado después de ganarlo todo, estoy contento de que él no lo hiciera. Deportistas que empezaron a perder todos los partidos que jugaban tras haberlo ganado todo. Él no lo hizo. Despertará,” confía Becker, que ve signos de ese Djokovic pre-Roland Garros en partidos como el que le ganó a Nishikori en las Finales ATP. “Cuando realmente le importa se muestra como se mostró en el O2 jugando su mejor partido en seis meses en la semifinal ante Nishikori. Así es como jugó en la primer parte del año, por lo que tiene aún ese tenis. Pero después algo falló en la final y eso es lo que resume la segunda mitad de año para él”, explica el germano.
Becker por otro lado, no quiere mojarse en tema espinosos que han surgido durante los últimos meses en torno a la figura de Novak Djokovic. Temas como problemas de su vida privada, a los que aludió el serbio tras la derrota en Wimbledon, la inclusión en su equipo del experto en trabajo mental Pepe Imaz así como la futura relación entre ambos. “No puedo dar un sí o un no en este momento del año”, afirma un Becker que sobre Imaz ha dicho: “No comento sobre miembros del equipo”. Ha querido también tener grandes palabras hacia Andy Murray, el nuevo rey del tenis masculino.
“Increíble el respeto hacia él y su equipo. No te conviertes en número uno por accidente, no es un simple fallo del sistema”, cuenta Becker, siguiendo con la metáfora informática. “Su consistencia a lo largo del año le han convertido en número uno del mundo. Me quito el sombrero ante él”, reconoce. En Roland Garros, admite, fue donde se dio cuenta de lo que podía ser capaz de hacer Murray en este 2016. “La primera gran diferencia la advertí en Roland Garros. En su superficie menos favorita llega a la final. Y de repente le gana un set a Djokovic en la final, es como ‘madre mía, está muy cerca’”, rememora Becker.