Sangre, sudor y lágrimas. Es lo que ha tenido que pasar Novak Djokovic para acceder a su primera final del año 2017 en las pistas de Doha, donde defiende la corona de la temporada pasada. El balcánico ha superado con tremendo sufrimiento a un Fernando Verdasco que ha vuelto a estar en su mejor versión, como en aquel 2009. Djokovic ha prevalecido por 4-6, 7-6(7) y 6-3, superando cinco bolas de partido en el desempate del segundo parcial. Espera en la final al vencedor del Murray-Berdych.
Enorme el partido que se presentaba en la primera semifinal del Abierto de Catar 2017. Novak Djokovic enfrentaba su primera piedra de verdadero tronío en el torneo, el zurdo madrileño Fernando Verdasco. Repetían el duelo vivido justo hace un año en la mismas pistas cataríes. En aquella ocasión Djokovic había sido muy superior al español, derrotándole por un doble 6-2. En esta ocasión, la historia sería muy distinta.
Desde los primeros compases el duelo no defraudó. Intensos peloteos de poder a poder, sin buscar ganadores pero midiendo la paciencia y la consistencia del otro. El partido avanzaba trabado, con mucha pugna, los dos mostrando sus armas, aunque evidenciando que podían meter una marcha más a su tenis. El primer pinchazo lo protagonizaba Verdasco, que cedía su servicio en el séptimo juego para el 4-3 del serbio y saque. Ya anteriormente Verdasco salvaba una bola de ruptura con un tremendo punto, el mejor del primer set, un rally espectacular donde sacaron sus mejores prestaciones. Djokovic encaraba la recta final del set con ventaja, pero duraría poco. Verdasco se fue a por el serbio, metió mayor ritmo y el ex número uno se deshizo. Perdía su saque en blanco, cedía el siguiente al resto con claridad y volvía a perder el suyo en blanco para un 5-4 y saque del español. Increíble. Verdasco no aprovechaba un 40-15 para cerrar el primer set, pero la tercera sería la buena, firmando el 6-4, una remontada insospechada pero muy merecida.
El segundo empezaba con la misma dinámica con la que terminaba el primero. Verdasco se mostraba sólido y determinado y Djokovic naufragaba. Consecuencia de ello era la tercera ruptura consecutiva del español que confirmando su saque, se aupaba al 2-0. El suelo temblaba con la posibilidad de que el campeón defensor se fuera a la calle. A Djokovic no le quedaba otra que aferrarse con uñas y dientes. Aguantaba su saque y al resto aprovechaba el bajón de Verdasco, algo lógico que ocurriera y recuperaba la igualdad en el marcador poniendo el 2-2. Ambos mantendrían posteriormente sus servicios, pero con la sensación de que era Verdasco el que tenía el bastón de mando.
El saque prevalecería en por las dos partes en lo sucesivo, si bien el noveno juego del set fue clave, o pudo serlo más bien. Verdasco iba a gozar de varias opciones de romper el saque del balcánico y por tanto, sacar para partido. No convertiría nunguna, la mano se endurecía, el grip resbalaba. Djokovic no iba a regalar el partido. Tampoco lo iba a regalar en la muerte súbita. Verdasco gozaría de un 6-2 que suponía la meta prácticamente. Pero cuán difícil es batir a Djokovic. Tampoco el madrileño es el más resuelto en esas instancias. Peloteos sin mordiente por su parte, cañazos y errores ante la defensa numantina de Djokovic y la ventaja se desvanecía. Una cuarta opción tendría Verdasco pero igualmente la desaprovechaba. La pared mental que tenía delante era pétrea. El serbio no perdonaría en su primera bola de set. Así son los números 1 y fueras de serie como Djokovic. Un set iguales.
La estabilidad mental y la fe en la victoria de Verdasco sufrían un duro revés tras no haber aprovechado el español ninguna de esas 4 pelotas de partido. Todo lo contrario que el serbio que cogía aire y alimentaba su imbatibilidad en el torneo catarí. En el quinto juego se distanciaba en el marcador con la primera ruptura de la manga, aprovechando los errores de Verdasco, que cada vez eran más frecuentes. El serbio, impasible, con férrea determinación en acabar llevándose el triunfo. No tardaría en llegar. Verdasco aguantaba su saque, soltando la mano, pero con poca fe en la remontada. Djokovic no le daba resquicios a ello. Al resto, el serbio cerraba el encuentro tras varios errores del madrileño, totalmente desfondado. Enorme partido, enorme emoción y un desenlace que fue el esperado. Djokovic acrecenta su aura de imbatibilidad y coge esa confianza y esa raza que necesita para afrontar un eventual choque ante Murray y para el Abierto de Australia.