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20 años del paso del tsunami Woods por Augusta que revolucionó el golf

 

En la historia del golf se distinguen dos giros esenciales. El primero lo dio a mediados del pasado siglo Arnold Palmer, el hombre cuya ausencia hizo llorar al Masters en el tradicional golpe de salida con el que arranca el torneo y que este jueves dieron entre lágrimas Jack Nicklaus y Gary Player, los otros integrantes de uno de los mejores tríos de la historia del deporte.

Palmer convirtió un juego de mayores de las zonas rurales en un deporte seguido en todo Estados Unidos gracias a su extraordinario juego y a su carácter carismático. Dicen que él solo vendió dos millones de televisores en la América de los 60.

Del otro giro se cumplen ahora 20 años. Es posible que sin Palmer, Tiger Woods nunca hubiera atravesado Magnolia Lane en 1997, pero lo que sucedió 72 hoyos después revolucionó el golf más allá de lo que Palmer pudiera sospechar.

Woods hizo añicos cuatro récords en el santuario más sagrado: el más joven ganador, el resultado más bajo y la mayor diferencia, entre otros. El aspecto juvenil, atlético y mestizo del nuevo talento le convirtió en un pelotazo mediático y abrió el golf a un público y un mercado desconocidos hasta entonces. Si Palmer lo convirtió en deporte, Tiger lo transformó en industria.

Woods, una inspiración

Figuras actuales como Jason Day o Dustin Johnson no se cansan de decir que jamás habrían jugado al golf de no ser por Woods. Y todos en el circuito admiten que de ninguna manera cobrarían lo que cobran de no ser por él.

Pero esa es sólo una parte de la revolución. La otra puede percibirse en Augustamejor que en ningún otro sitio. La facilidad con la que Woods destrozó el campo hizo saltar todas las alarmas. Sus rivales fueron los primeros en advertirlo. "O hacen algo o el torneo quedará obsoleto", advirtió Tom Kite, segundo clasificado.

Augusta inició un proceso que ha transformado el célebre campo de Georgia. A debutantes como Jon Rahm les costará creer que en 1997 Woods no pegó más allá de un hierro 7 en ningún de los pares 4 y aún así sacó 25 metros de media al siguiente desde el tee. O que en el 15 le bastaba el driver y un hierro corto para cazar el green.

Desde 2002 el campo se ha alargado 500 metros, las calles se han estrechado y los árboles han surgido por doquier para tapar esos ángulos que Tiger puso en evidencia. Las buenas manos siguen siendo esenciales, pero quienes no pegan largo hoy están muy penalizados. "Lo han hecho dos golpes más difícil para Tiger y cinco más difícil para mí". Nicklaus resume el sentir de la vieja escuela.

El polémico proceso, que han seguido todos los campos, no ha terminado. Ya se habla de planes para alargar el 5.

fuente: http://www.marca.com/golf/masters-augusta/2017/04/07/58e75f7d468aeb99238b460e.html