Foto: @ATPWorldTour
En tres noches consecutivas, Juan Martín del Potro dejó ver en el Abierto de Acapulco que su figura sigue firme en la élite del tenis mundial al conquistar el título. Las lesiones y los años no han deteriorado a "La Torre de Tandil". Más bien, lo han afianzado. Este lunes, el argentino ganó una posición y se situó octavo de ranking mundial de la ATP.
Con su imponente estatura de 1.98 metros, Del Potro es el gigante del tenis latinoamericano y aún tiene un buen trecho por recorrer. A sus 29 años, según dijo tras ganar el torneo de Acapulco, "no me siento tan grande".
En una escala cronológica, se considera un punto intermedio entre el histórico Roger Federer, de 36 años, y el austríaco Dominic Thiem, de 24, representante de la nueva generación.
La anterior no es una consideración hecha a la ligera. Entre jueves, viernes y sábado, Del Potro (9/ATP) sacó del camino a tres figuras del 'top ten' que están por encima de él, y así pudo ganar el Abierto de Acapulco.
El jueves en cuartos de final eliminó a Thiem (6/ATP), el viernes en la semifinal echó al alemán Alexander Zverev (5/ATP, 20 años) y el sábado se impuso en la final al sudafricano Kevin Anderson (8/ATP, 31 años).
"Este torneo parece un Masters 1000, porque para poder campeonar hay que ganarle como a tres 'top ten'; el torneo de Acapulco parece de ese nivel", valoró 'Delpo' en la conferencia de prensa después de coronarse.
El de Tandil ha llevado a sus vitrinas el título número 21 de su trayectoria en singles. En Acapulco ha vuelto a ganar un Open 500, algo que no sucedía desde 2013 cuando se consagró en Róterdam, Washington, Tokio y Basilea.
Y además le dio el primer título a Argentina en Copa Davis en 2016, tras varias finales perdidas, y fue medalla de plata en los Juegos Olímpicos-2016, cuando estaba volviendo de una extensa inactividad a causa de sus lesiones.
No perderles pisada
"Ganar este torneo me da más ganas de seguir mejorando, de seguir practicando fuerte y tratar de no perderle pisada a los de arriba", apunta.
En Acapulco, Del Potro restableció el honor de los tenistas latinoamericanos que no se coronaban desde 2007 (su compatriota Juan Ignacio Chela) y lo hizo con un estilo que desquició a sus rivales y que enardeció a la tribuna.
A consecuencia de las lesiones que lo han martirizado desde 2010, sobre todo las de la muñeca, Juan Martín se ha adaptado y ha hecho del revés un arma muy peligrosa. Desquiciante para lo rivales.
En Acapulco, el argentino supo que para vencer a Thiem, Zverev y Anderson, que tienen un saque más poderoso que el suyo, no había que pelear a los bombazos sino competir con astucia, confundirlos con cambios de ritmo y efectos cortados, y repentinamente sacar el mazo para consolidarse en el duelo.
"Dicen que no hay mal que por bien no venga, aprendí a pegarle de slice, producto de mis lesiones en la muñeca, y tal vez me está dando buenos resultados ante buenos jugadores", consideró tras coronarse en Acapulco.
Además está la experiencia "que dan los años en el circuito", apuntó Del Potro quien cerró el año 2017 como número 11 del mundo. "No me imaginaba que iba a estar en el top ten".
En septiembre, "La Torre de Tandil" llegará a 30 años y lo hará con la humildad y la entrega de siempre.
"Sé que estando saludable, bien tenísticamente y físicamente puedo jugarle de igual a igual a los mejores". Y el mejor de los mejores se llama Roger Federer.
Sobre la posibilidad de volver a enfrentar al suizo y vencerlo, Del Potro ha hablado con mesura.
"Federer es el mejor, juega mejor que todos, físicamente está impecable. Si ahora me tocase jugar contra él sería un privilegio, da igual si gano o si pierdo".
Del Potro se refiere a Federer con respeto. "No es fácil ganarle en un Grand Slam. Yo lo hice cuando era joven", dijo sonriendo al recordar la final del Abierto de Estados Unidos en 2009.
"Mi mayor partido contra él fue la final del US Open. Ese trofeo lo tengo yo y no lo tiene él", dijo Juan Martín con simpatía y sin arrogancia, con la humildad con que están hechos los sólidos cimientos de "La Torre de Tandil".